martes, 25 de junio de 2013

Causas y consecuencias del actual colapso ferroviario

En esta nueva entrada, y en consonancia con la idea de este espacio que es la de brindar información clara y certera sobre temas de actualidad nacional a todos nuestros militantes, Ignacio Bruera (docente, investigador y asesor del Senado de la Nación) y Julio César Spota (Docente e investigador) nos acercan en exclusiva material, redactado de forma clara y sencilla, sobre el por qué de la situación en la que se encuentra el sistema ferroviario nacional, en función de los hechos ocurridos en el último tiempo relacionado al pésimo estado del servicio de transporte de pasajeros.

Causas y Consecuencias del actual colapso ferroviario

por Ignacio Bruera* y Julio César Spota**

El sistema ferroviario argentino se halla colapsado y opera en condiciones de deterioro tales que la ocurrencia de accidentes se impone como una certeza. Tras 16 meses de la tragedia de Once en la que fallecieron 51 personas y más de 700 resultaron heridas, la sociedad es protagonista de una nueva tragedia ferroviaria en la estación de Castelar del mismo Ferrocarril Sarmiento. Sin embargo, más allá de estos casos notorios y dramáticos la crónica falta de inversión y gestión defectuosa en materia ferroviaria arroja anualmente cifras silenciosas de cientos de víctimas.

Recientemente analistas que tradicionalmente han sostenido las políticas conservadoras en materia de infraestructura del Gobierno Nacional han planteado el beneficio social de sostener un costoso sistema ferroviario para la sociedad y la competitividad empresarial. En esencia, en cualquier parte del mundo el Estado debería cubrir los costos de su sistema ferroviario porque los beneficios en términos de movilidad urbana, interconexión entre ciudades, disponibilidad de oferta modal para la actividad empresarial, reducción de costos ambientales y medicinales, entre tantos otros beneficios, superan con creces a los primeros.

Como si tuviéramos que remitirnos en el debate a los primeros conceptos de cualquier disciplina en ciencias sociales, dichos analistas quieren convencernos de lo que ya estamos convencidos. El punto no pasa por si el Estado debe o no hacerse cargo de los ferrocarriles: esto es así en cualquier parte del mundo. La desregulación del sistema ferroviario por parte del peronismo en su versión de los años noventa y la concesión inescrupulosa a sectores corporativos cuyos objetivos se basaron más en la lógica extractivista del desarrollo argentino de las últimas décadas, representó un aniquilamiento de economías regionales enteras. El punto que el Gobierno Nacional no considera desde 2003 pasa por comprender cuáles deben ser las condiciones esenciales para la recuperación de la visión estratégica compartida entre Estado y sociedad –trabajadores, usuarios y empresarios– para contar nuevamente con un país integrado y verdaderamente soberano en el que el ferrocarril tiene un rol clave. La continuidad del esquema planteado en los años noventa no hizo más que profundizar la decadencia en materia ferroviaria.

La disponibilidad de una adecuada infraestructura de servicios de transporte ferroviario urbano e interurbano que permita trasladar de manera digna, oportuna, confiable, eficiente y sostenible a personas y mercaderías, constituye una necesidad básica de la población y un requisito central del desarrollo económico.

El Estado tiene, como en todo servicio público, la competencia de actuar como regulador del sistema de transporte en su totalidad. Para ello cuenta con un conjunto de normas legales que, en muchos casos, superponen pautas y en otros, dejan vacíos y áreas grises. Pero también tiene la obligación de tomar las decisiones para invertir los recursos necesarios para evitar estragos y poner en marcha un verdadero sistema de transporte seguro y público.

La falta de información o la información insatisfactoria detallada tanto por el titular de la cartera de Transporte, Florencio Randazzo, como por el Jefe de Gabinete de Ministros, Juan Manuel Abal Medina, en sus informes al Senado (2012 y 2013) dan cuenta de la falta de visión estratégica. Este último ha referido una inversión entre 2003 y 2012 de 13.947 millones de pesos en infraestructura ferroviaria. Sin embargo, los datos referidos se encuentran exagerados según lo expuesto en el mismo Plan Ferroviario Nacional 2012 – 2023 donde se da cuenta de $2.000 millones en obras realizadas entre 2003 y 2011 junto a $4.000 millones más en ejecución. Entre las obras en realización se incluyen las referidas a la recuperación del Ferrocarril Belgrano Cargas – incluidas en los presupuestos anuales una y otra vez – el soterramiento del Sarmiento y la señalización y electrificación de diferentes ramales. Nada de esto es verificable. Es muy sencillo: si efectivamente se estuviera invirtiendo anualmente los 14.000 millones de pesos como plantea el Plan oficial referido, cambios genuinos se advertirían en el sistema ferroviario.

En términos materiales, la evidencia señala los resultados de una política ferroviaria onerosa e inconducente. La magnitud del costo insumido por los subsidios asignados a las empresas ferroviarias en la última década asciende hasta la cifra de 25.000 millones de pesos. La totalidad de los subsidios al sistema económico ascienden a poco más de 80.000 de pesos anuales  Es decir, de acuerdo a estas cifras y haciendo un ejercicio extremo de reasignación de recursos, Argentina estaría en condiciones de invertir en el equivalente a medio sistema ferroviario todos los años.

Sin embargo, la importancia de los valores asignados anualmente a subsidios en materia ferroviaria contrasta con la naturaleza de los resultados obtenidos dado que el gasto empeñado sólo alcanzó a traducirse en la agravación de la situación que, en principio, se buscaba revertir. Con lo cual, en lo respectivo a la red e industria ferroviaria nacional, todo indica que la ineficiencia administrativa se combinó con la ineficacia planificativa para provocar la completa desarticulación de un sistema de trenes que otrora ofició como referente internacional.

En síntesis, como resultado de las políticas de transporte que han priorizado mantener el estado de emergencia para favorecer a los amigos del Gobierno, hoy el país cuenta con un sistema ferroviario anticuado, con infraestructuras obsoletas, con material rodante más apto para el museo que para brindar servicios, y con una organización institucional fragmentada y anárquica propiciada por una política de subsidios direccionada a mantener la connivencia entre funcionarios, gremialistas y empresarios corruptos.

Un capítulo especial merece la reactivación de la industria ferroviaria nacional. En esta materia, el Gobierno Nacional ha planteado los siguientes objetivos y metas:

-       Fortalecer y desarrollar proveedores locales para proveer material ferroviario en vías, material rodante y sistemas eléctricos, para el mantenimiento y modernización del sistema ferroviario de la República Argentina.

-       Asegurar el abastecimiento (tiempo y calidad) de insumos industriales para los planes de modernización y ampliación del Sistema Ferroviario Argentino.

-       Incrementar la Sustitución de Importaciones con base en la gestión de la demanda ferroviaria industrial y desarrollo de una oferta nacional integrada de calidad internacional.

-       Regenerar un núcleo de innovación y desarrollo público-privado acorde a las necesidades sociales, económicas, productivas e infraestructurales nacionales y regionales.

-       Consolidar y desarrollar la producción actual.

 

Dichos objetivos de reactivación industrial son contradictorios con la compra de material ferroviario proveniente desde España y Portugal que implicaron en su conjunto recursos por alrededor de $1.500 millones del erario público con el supuesto objetivo de mejorar los servicios urbanos de pasajeros en la Región Metropolitana de Buenos Aires y los ferrocarriles del interior del país[1]. La compra de dichos vagones y locomotoras, realizada a través de adquisiciones directas, fue presentada por el ex presidente Néstor Kirchner como “la gran solución” para los servicios referidos. El material rodante referido constituye la muestra más cabal de la oferta que el Gobierno Nacional está dispuesto a otorgar a la sociedad argentina: ferrocarriles que se sacaron de circulación por antiguos y antieconómicos. Puede decirse también de otra manera: la ciudadanía española o portuguesa valen más que la argentina.

Las ideas asociadas a la industrialización del sector restringen su pertinencia a la compra de material importado sin por ello emprender la tan diferida reactivación de los talleres ferroviarios. Para ilustrar el particular es dado rememorar las múltiples inauguraciones y re-inauguraciones por las que pasaron los Talleres de Tafí Viejo sin que por ello su situación inoperativa se revirtiese.  En su conjunto, la coyuntura actual desnuda el perfil de la planificación diseñada para el sector ferroviario durante la década 2003 - 2013.

Una mirada atenta que desmonte las formulaciones realizadas al abrigo de la noción de “década ganada” revela una absoluta carencia en lo concerniente a innovación y desarrollo. Antes bien, luego del período de crecimiento más abrupto verificado en la economía nacional contemporánea, para el sector ferroviario las consecuencias empíricas del “modelo productivo de matriz diversificada e inclusión social” conllevan la simple compra de material rodante en condiciones de obsolescencia y a precios exorbitantes apuntalado por anuncios tan grandilocuentes como incumplidos.

En el mismo sentido sería interesante conocer desde qué perspectiva los acuerdos de compra de material ferroviario proveniente de China a través de la empresa South Locomotive Stock Works (CSR) - anunciados por la Presidente Cristina Fernández durante 2012 para la compra de 2200 vagones y 50 locomotoras destinados al Belgrano Cargas por alrededor de 11.000 millones de dólares-, contribuirá al desarrollo de la industria ferroviaria nacional.

En su presentación en el Senado el Jefe de Gabinete de Ministros adelantó una respuesta al respecto: “Tanto el material rodante preveniente de la República Popular China, España y Portugal como el actualmente existente en la República Argentina requerirán de insumos, repuestos y equipos específicos para su mantenimiento y reparación. Por lo cual serán estas empresas en conjunto con otras del medio, las encargadas de desarrollar estos insumos y repuestos con el fin de sustituir importaciones. También se constituirán como una alternativa para le ejecución de los trabajos de mantenimiento pesado y semipesado, ya que al momento son las únicas que cuenta con la infraestructura y equipamiento adecuado”. Quizás esta sea una nueva categoría de la particular heterodoxia económica del Gobierno Nacional: la industrialización por sustitución de insumos.

En contraposición, quienes en Argentina aún mantenemos una visión de largo plazo sobre la construcción de un país integrado e inclusivo sostenemos que el rol del Estado en el diseño de un sistema ferroviario no es indiferente a los efectos de la reconstrucción y la modernización de una industria que suministre el material ferroviario necesario para tales fines. Actualmente los ejes estratégicos en debate para dicha reconstrucción son los siguientes: la definición del modelo de ferrocarril al que se aspira, la reorganización institucional de las autoridades relevantes en la materia, el reordenamiento general del sistema, la construcción de nuevos marcos jurídicos de referencia, y la modernización del entramado productivo vinculado.

En las áreas mencionadas el Estado debe asumir su rol natural de definición de políticas a corto, mediano y largo plazo a través de la potenciación de los recursos públicos y su orientación a la industria ferroviaria del país. El Estado, como propietario de los ferrocarriles, cuenta con la responsabilidad de promover una industria ferroviaria nacional sustentable de alcance regional.

El panorama general nos remite a la persistencia de un estilo de gestión donde el gasto desmesurado enfocado en aspectos de importancia más electoral que estratégica convive con la falta de tino en la asignación de los recursos puestos a disposición de las carteras de Planificación Federal y del Interior. Todo ello de la mano de una presencia mediática constante de las figuras más representativas del Gobierno Nacional dando declaraciones oficiales por completo carentes de arraigo en lo respectivo a la factibilidad de lo comunicado. Huelga decir que la propuesta de un “Tren Bala” destinado a unir Rosario con CABA representa una parodia donde se condensan los elementos antes consignados.

Acaso la reciente revocación de la licencia asignada al Grupo Soldati para la explotación del Tren de la Costa se inscriba en un nuevo esfuerzo “estratégico” con miras de articular el sucinto recorrido turístico dentro de una red ferroviaria configurada de espaldas a las necesidades logísticas concretas que en la actualidad limitan el circuito productivo argentino. En este contexto, la concesión a América Latina Logística para la explotación de los ferrocarriles de carga era una materia pendiente solicitada por amplios sectores de la sociedad desde hacía por lo menos un lustro. Como puede apreciarse, detrás de todas las propuestas efectuadas en materia ferroviaria durante los últimos diez años, en el mejor de los casos reaparece la idea de aumentar el gasto público sin que el esfuerzo económico implique iniciativa alguna de desarrollo local, regional o nacional en el área.

Asimismo, parecería que las experiencias de fracasos recientes, en vez de representar instancias de re-evaluación crítica, incrementan el empeño gubernamental a la hora de esquematizar su quehacer. Allende a que los episodios de Once y Castelar permiten anticipar el cariz de los resultados esperables de la aplicación de políticas como las instrumentadas hasta ahora, la gestión actual del Gobierno Nacional insiste en que la reproducción de las consabidas fórmulas de intervención estatal –un cúmulo de planes de acción tan ineficiente como ineficaz a juzgar por sus costos y consecuencias- proporcionarán resultados disímiles a los obtenidos hasta el momento. Lamentablemente, en todas las ocasiones donde se verificó el curso de acción aludido, la praxis del Gobierno se restringió a aumentar el gasto público sólo para empeorar las condiciones de los bienes y servicios que pasaron a estar bajo su égida.

Sin embargo, de cara a un Gobierno Nacional cuya lectura de la realidad pierde progresivamente grados de precisión de la mano de estadísticas distorsionadas, los llamados de atención bridados por los propios organismos estatales de contralor como la Auditoría General de la Nación fueron ignorados al costo de vidas humanas. Por otro lado, la dependencia de los transportes camineros impacta negativamente en la diagramación de modernas economías regionales. La estructura de comunicación terrestre resultante de la disfuncionalidad ferroviaria comporta un encarecimiento de la producción local sin por ello agregarle valor a las cadenas productivas. Lo cual, a su vez, concurre a replicar las condiciones estructurales de comunicación y transporte de carga que sancionan la continuidad de un esquema de baja competitividad frente al perfil de las estructuras económico-productivas articuladas sobre sistemas ferroviarios consolidados como las de los de los países industrializados.

El escenario actual pone de relieve el agotamiento de un modelo de gestión estatal organizado sobre la política de subsidio. A su vez, el fracaso ferroviario se inscribe en una coyuntura de desmanejo económico gubernamental mayor donde también ingresa el desmantelamiento de la matriz energética nacional y la constante erosión fiscal en concepto del déficit diario generado en empresas públicas que no cumplen objetivos más que los de convertirse en cajas políticas. Así, el abandono de los ferrocarriles, el colapso en materia energética y la estatización de la aerolínea de bandera pueden caracterizarse en apelación a un mismo denominador común. Los lineamientos económicos estructurales diseñados por el Gobierno Nacional se erigieron/solventaron en virtud de la aplicación de un mismo instrumento tan contraproducente en sus resultados como reiterado en su implementación: el subsidio orientado hacia el mantenimiento del consumo que a su vez opera en detrimento de la inversión en los sectores estratégicos.



[1] Las locomotoras y vagones fueron comprados a las empresas Red Nacional de los Ferrocarriles Españoles (Renfe) y Ferrocarriles Españoles de Vía Estrecha (Feve) – en el marco del Acuerdo de Cooperación firmado el 25 de enero de 2005 por el ex presidente de Argentina, Néstor Kirchner y el ex presidente del Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero, del convenio del 31 de mayo de 2005 entre la Secretaría de Transporte de la República Argentina y la Sociedad Mercantil Estatal Española Expansión Exterior SA, del Acuerdo de Cooperación del 14 de octubre de 2005 y los diversos contratos de compraventa que desde entonces se desprenden de estos acuerdos - y a la Empresa Pública Caminhos de Ferro Portugueses (CFP) – en el marco del contrato de compraventa del 23 de junio de 2004 entre el Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios y la CFP por la adquisición de 17 Unidades Doble Diesel (UDD) junto a repuestos y capacitación, el contrato del 29 de diciembre de 2005 entre ambos actores para la compraventa de locomotoras diesel eléctricas y coches remolcados, y el Acuerdo Marco del 21 de marzo de 2005 entre la Secretaría de Transporte y la empresa CFP para la adquisición de material rodante - por parte del Gobierno Nacional.
 
 
 
*Economista, especialista en desarrollo productivo y territorial (UBA-UNLAM).
**Doctor en Antropología, investigador del Instituto de Ciencias Antropológicas (UBA-CONICET).

 
 

 

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